El endeudamiento tiene efectos que trascienden la situación financiera para impactar en el estado de ánimo, la salud mental y hasta la dinámica familiar. Además del efecto empobrecedor que tiene el descontrol con las deudas, cuentan con el potencial de arruinar nuestro testimonio cristiano e incluso colocar en serios problemas nuestra relación de matrimonio.

Abrumados por deber sumas exorbitantes, a veces no sabemos qué hacer. Sin embargo, el mismo Cristo que murió por ti en la Cruz del Calvario te ha empoderado para liberarte de ese pesado yugo y convertirte en una persona financieramente próspera, siempre en la medida en la que cumples con tus deberes como hijo de Dios, como padre, como esposo y como ciudadano.

Por favor acompáñame. Con el favor de Dios te llevaré paso a paso por los lugares donde se encuentran las herramientas idóneas para liberarte del endeudamiento. Nuestro Padre Celestial escucha tus aflicciones, y te ayuda a superar tu crisis.

La Biblia enseña sobre las deudas

Los préstamos siempre se discuten en la Biblia como un principio negativo en lugar de positivo. De hecho, parece ser una consecuencia de desobedecer los estatutos de economía y los principios financieros de Dios.

“Ellos serán tus acreedores y tú serás su deudor. Ellos irán a la cabeza y tú quedarás rezagado… porque desobedeciste al Señor tu Dios y no cumpliste sus mandamientos y preceptos”. (Deuteronomio 28:44-45).

El mínimo absoluto que establece la Palabra de Dios para cualquiera que pida prestado se encuentra en el Salmo 37:21: “El impío toma prestado y no paga, pero el justo es misericordioso y da”. Si no queremos ser considerados malos por Dios, debemos devolver el dinero que hayamos tomado prestado.

No hace ninguna diferencia si las circunstancias que nos impiden pagar están fuera de nuestro control. Si tenemos una deuda, debemos encontrar una forma de pagarla (Mateo 5:23-24), incluso si eso significa hacer arreglos especiales de pago con el acreedor.

Probablemente el principio financiero más incomprendido en la Palabra de Dios es su prohibición contra la fianza (Proverbios 22:26-27). La fianza consiste en asumir la obligación de pagar el endeudamiento sin una forma segura de pagarlo.

Los préstamos no garantizados y la cofinanciación son ejemplos de fianzas. Fianza significa que presumimos sobre el futuro. Si todo sale como se espera, deberíamos poder devolver el dinero. Pero, si algo sale mal y no podemos pagar, entonces nos quedamos con una deuda.

Ahora bien, cuando se han colocado garantías como algo de seguridad contra el préstamo que es igual en valor a ese préstamo, es que podemos evitar la fianza. Si no podemos pagar, el acreedor simplemente puede embargarnos y vender la garantía, que cancelará el monto total del crédito.

La Biblia advierte contra cualquier tipo de préstamo que no esté totalmente garantizado. Si los cristianos observaran esta precaución asociada con las deudas, lo máximo que podrían perder sería la garantía que habían prometido contra el crédito.

¿Por qué me endeudo y cómo lo evito?

En un momento de dificultad en nuestra vida puede que nuestros compromisos nos empujen a endeudarnos, pero la gran mayoría de los casos encaja en una de estas razones.

  1. Porque gasto más de lo que ingreso.
  1. Gasto más de lo que ingreso porque a veces me falla el dominio propio. Recuerden este verso, “Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. 1 Timoteo 1 al 7. Los cristianos debemos tener control a la hora de consumir.
  1. Me falla el dominio propio con facilidad porque no hago un presupuesto o simplemente no le hago caso al presupuesto que ya hice. Pues lo propio hermano, haga un presupuesto, es fácil. Empiece anotando todo lo que gana cada mes, luego apunte lo que gasta en esos mismo 30 días y procure que lo que consume o paga no sea mayor a lo que gana.